
¿Quién no quiere sentirse bien, con tranquilidad, a gusto con uno mismo y en armonía con el mundo que nos rodea? Estamos en la búsqueda de ese sentimiento de equilibrio y de felicidad. Así es que cuando hablamos de bienestar lo asociamos a la felicidad a “estar bien” y en contraposición con el sufrimiento que nos quita esa felicidad según la creencia general. Pero, la felicidad no es ausencia de sufrimiento, sino un aprendizaje de parte nuestra para poder afrontarlo, ya que es parte de la vida y de nuestras emociones.
El Bienestar emocional es un concepto amplio, siguiendo a Rafael Bisquerra [1], se puede resumir diciendo que, es el conjunto de experiencias emocionales subjetivas, positivas que construimos conscientemente.
¿Cuántas clases de bienestar existen?
Podemos hablar del bienestar físico, mental, económico, social, en el trabajo, en la familia, etc. Pero la base de todo esto es ese “estar bien”, es decir cómo nos sentimos y que emociones se generan cuando estamos en diferentes situaciones, lugares, relaciones, decisiones, problemas que enfrentar, o cómo estamos con nosotros mismos.
Es en medio de crisis, enfermedades, conflictos, problemas, etc. que se genera sufrimiento. La incertidumbre ante situaciones desconocidas aumenta el estrés y la ansiedad; no tenemos control de lo que pueda suceder, sentimos miedo, rabia, frustración… y eso nos ocasiona un sufrimiento personal y emocional. Ante estas situaciones lo único que podemos controlar es como vamos a reaccionar y que actitud vamos a tener.
Para poder construir este bienestar emocional tenemos, entonces, que saber afrontar los sufrimientos que tendremos en la vida y aprender a regular nuestras emociones. En definitiva, tenemos que aprender a ser resilientes.
El psicólogo Roberto Aguado, nos dice que la inteligencia emocional es la capacidad de elegir y modular la emoción adecuada para cada momento que vivimos.
Pero siendo sinceros vemos que no siempre sucede así, que no elegimos como sentirnos, que la mayoría de las veces solo reaccionamos automáticamente. Es que la capacidad de «gestionar nuestro mundo emocional», sigue comentando Roberto Aguado en el prólogo del libro «Con corazón y cerebro» de Martín Pinos [2], depende de si somos conscientes de ellas para poder identificar la más adecuada a la situación que vivimos. (Pinos, 2019)
Así es que, para poder mejorar el bienestar tenemos que ser capaces de conocer y entender nuestro mundo emocional y como interactúa en nuestra vida diaria.
¿Pero cómo hacemos para sentirnos mejor, para elegir como nos sentimos? ¿Se puede alcanzar esto?
Si, se puede aprender, aunque, sin pretender desanimar a nadie, debo decir que con mucho trabajo. No se consigue en un mes ni en un año, es un entrenamiento a lo largo de la vida. Debemos empezar por conocerlas, nombrarlas, aceptarlas, entender cómo funcionan en mí y en los demás y regularlas, es decir, ser capaces de elegir cual es la que necesito para tomar decisiones y mejorar mi bienestar.
Veamos entonces algunas herramientas o claves para empezar.
5 claves para mejorar ese bienestar emocional
1-Autoconocimiento y autoestima
– Descubrirme a mí mismo y aceptarme.
Empezar a prestar atención a como reaccionamos, qué emociones sentimos, como somatizamos esa emoción, me bloqueo, me duele el estómago, el pecho… qué emociones tengo prohibidas en mi vida, como señala Marc Brackett en su libro «Permiso para sentir«(Brackett 2020) [3]. Muchas veces el dolor y el sufrimiento son algunas de esas emociones que de niños nos enseñaron que estaban mal y nos hacían débiles.
Conocer mis emociones, aceptarlas todas y ponerles nombre. Es lícito estar triste, tener miedo, estar nervioso. Hay que sentir esas emociones para poder darles una salida. Si las ocultamos o ignoramos el malestar seguirá estando allí. Cuando me conozco y me acepto también desarrollo empatía. (Maestros se puede aprovechar los cuentos, la asamblea y para los mayores también; no podemos ignorar las emociones de los niños en situaciones de crisis y sufrimiento).
– Recursos personales que tengo. Esa valoración personal que hacemos ante las situaciones es en base a los recursos que creemos tener, y solemos tener más de los que pensamos, pero no los conocemos porque no nos valoramos lo suficiente.
A veces no es aprender mucho sino saber qué tenemos y usar bien esas habilidades. Madres, padres, ¿qué sabéis hacer cuando estáis con vuestras hijas e hijos?… Docentes, ¿sabéis cantar?… ¿Qué sabes hacer tú? ¿Eres un buen relator de historias?, Te gusta la música? ¿Haces reír?, Eres creativo? Inventa un saludo, lee cuentos, pon música…
Tengo, en la portada de mis redes sociales, una ilustración de una niña sobre un paraguas en medio de una tormenta. Empezamos con algo que todos tenemos a mano, en este caso “un paraguas” que se transforma en algo que nos puede ayudar a salir adelante, usando la creatividad… Aquí “la niña en vez de cubrirse se monta en él, cual bote, y empieza a navegar en medio de las dificultades”[4]
¿Qué es lo que tienes tu? Búscalo, ¡lo tienes ahí, dentro tuyo!
2- Comunicación
Aprender a escuchar sin juzgar, a hablar, dialogar respetando a los demás, sin agredir con nuestras palabras, aunque nuestro punto de vista no sea igual al del otro. Aprender a pedir, decir que no. Esto genera un clima de bienestar en la familia, trabajo, en el aula…
3- Resolución de conflictos
Va de la mano del anterior. Los problemas que no se resuelven generan estrés y se eleva el cortisol, nos dicen los expertos en neurobiología.
En el momento en que encontramos una solución a nuestros conflictos aparece una sensación de bienestar, de calma, ese alivio del “ya pasó todo”. En la medida en que nos sentimos bien, aparecen las sensaciones y emociones agradables que generan la producción de hormonas del bienestar.
4- Calmar mi mente adecuadamente
Relajarse, tener un espacio de tranquilidad o un momento a solas. Escuchar música, hacer deporte. Aprender a pensar equilibradamente, revisar las creencias, los pensamientos negativos y distorsiones cognitivas que tenemos muchas veces (pensamientos del tipo “todo o nada”, sobregeneralización, etiquetaje, personalización, razonamiento emocional, afirmaciones del tipo “debería”, etc.) Reflexionar, soñar, recordar las cosas positivas. Podemos modelar nuestro cerebro si usamos la imaginación de forma constructiva, no es que seamos positivos ingenuamente. Realmente ante cosas buenas que recordamos, nos dice la neurociencia, que se libera serotonina y nos ayuda a sentirnos bien cambiando nuestra forma de ver las cosas. Es decir, cambiar lo que pienso para cambiar lo que siento y hago.[5]
5- Gratitud
Entusiasmo. Encontrar lo que da sentido a tu vida. Dejar de culpar a los demás o las situaciones de lo que nos pasa y empezar a cambiar nuestra actitud hacia la vida. Esto requiere una mirada sincera y honesta hacia nuestras relaciones y nuestro interior.
Todo esto va a ayudar a que desarrollemos la resiliencia: capacidad de afrontar, sobreponernos y transformarnos ante la adversidad y el sufrimiento emocional. Termino con esta excelente frase de Viktor Frankl [6] para animar a que sigamos pensando en este tema tan importante como es la construcción del bienestar emocional.
“No podemos cambiar lo que nos causa dolor en nuestra vida, pero siempre tenemos la capacidad de decidir la actitud con la que vamos a afrontar ese sufrimiento.”
Viktor Frankl
Referencias y notas
[1] Bisquerra, R. (2009). Psicopedagogía de las emociones. Madrid: Síntesis.
[1] Bisquerra, R. (2013). Cuestiones sobre bienestar. Madrid: Síntesis.
[2] Pinos Quílez, M. (2019) Con corazón y cerebro. (p. 139). Penguin Random House Grupo Editorial España. Edición de Kindle. (Un libro que recomiendo para profesores y profesoras).
[3] Brackett M. (2020) Permiso para sentir. Educación emocional para mayores y pequeños con el método RULER. Editorial Planeta.
[4] Ilustración original para uso de: Cecilia Bruno, Educar y Gestionar Emociones. Autor Nicolás Molina.
[5] No sé si eres espiritual, pero, ¿sabías que esa frase está en la Biblia?. EL apóstol Pablo en su Carta a los Romanos cap. 12, v 2 dice,“[…] cambiad vuestra manera de pensar, para que así cambie vuestra manera de vivir […]” Biblia Traducción Dios Habla Hoy. Editorial Sociedad Bíblica.
[6] Dr. Viktor E. Frankl (1905- 1997) Psiquiatra y escritor, fue sobreviviente de los campos de concentración de la 2ª Guerra Mundial. Autor de “El hombre en busca de sentido”, entre otros.